Seguidores

miércoles, mayo 22

Gritar en el preciso momento.

Ahora estoy aquí mirando llover por la ventana y las gotas que pegan en el cristal me recuerda al brillo de tus ojos cuando lo nuestro resplandecía, esos ojos que dolerían aún que pasaran 1000 años, porque calan en la jodida alma esta que has dejado hecha una mierda. Que frío siento desde que no estás, de las 24 horas que tiene el día, 26 me las paso con la piel de gallina, porque tus brazos son los únicos que conozco capaces de calmarme la piel, la cabeza y los putos pies. Me cuesta pensar que todo esto se acabó porque tú ya no sintieras lo mismo, porque eso no era lo que me decía tu sonrisa cuando te veía mirándome, ni lo que me decían las ganas que ponías al morderme el labio, ni mucho menos lo que me decían tus manos cuando me agarrabas la cintura, que me gritaban "ven" tan fuerte que en la vida me podría haber escapado de tu lado, ni aún que quisiera, créeme. Pero tus manos no eran las únicas que gritaban, también mis besos susurraban un miedo palpable por perderte, y creo que ese fue el fallo, mis labios susurraron cuando en realidad querían gritar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario